Ashea Orestes

Ashea a pesar de su edad tiene una mentalidad brillante y despierta, es heredera de un instinto excepcional para los negocios, gracias al tiempo que dedicó atendiendo como actuaba su padre en sus negocios con la familia de su actual marido. Su intuición ha llevado a su familia a lo más alto del poder y el control de la industria textil en Kenás. Su carácter fuerte e intenso sabe conseguir de cada persona lo que desea. En los negocios es implacable, buena negociadora, disfruta con la compraventa de las materias aunque dado al nivel al que han llegado sus negocios ha debido delegar parte del poder en sus subordinados.

Debido a esa intensidad es conocida por lo difícil que es conseguir dominarla, tan solo lo consiguieron en su infancia sus padres y ahora su marido. Aunque sus peleas y discusiones domésticas dan constancia de que no se relaja fácilmente cuando se sabe o cree poseedora de la razón.

Como una moneda, tiene dos caras siendo también una persona benevolente y justa dueña de un corazón puro e incorruptible. La lealtad es para ella un requisito indispensable en ella misma y por supuesto en sus allegados; se entiende por ello que una de las cosas que jamás perdona es la traición.

Asea Danaras, nacida hace 24 años en Kenás se crió como hija única de la familia Danaras. Muy estudiosa, sus padres nunca tuvieron problema alguno para hacerla entender la importancia de una mentalidad despierta y activa. Debido a lo variable del trabajo que ejercía su padre, variaban su residencia con frecuencia y por ello mismo nunca fue a la escuela sino que tenía tutores privados junto a niños que como ella provenían de familias pudientes y de renombre.

Para ella el tema económico nunca fue importante en cuanto a juzgar a las personas por ello, pero estaba claro que había crecido rodeada de unos lujos y comodidades a las que ya se había acostumbrado. Pero de la misma forma que sabía de su suerte al nacer en la familia Danaras, también la habían inculcado una mentalidad luchadora y trabajadora. “Nada bueno se consigue sin esfuerzo”, decía siempre su padre en su infancia. Siempre se habrían debates en casa por ese tema, ya que era conocidas unas cuentas familias ricas de Aelthim que habían llegado a tener una gran influencia por pura suerte, sin dejar una gota de sudor en el camino.

A sus catorce años, su padre tuvo la suerte de empezar unos negocios en la capital con el gobernante, debiendo trasladarse a un terreno cercano al mismísimo palacio que este ocupaba debido a su cargo. Pasaba horas en aquel lugar, que desde el primer momento la fascinó. Era enorme, cada día descubría zonas nuevas por las que pasear. Aunque la cantidad de guardias que siempre se encontraba la disgustaba seriamente. Cosa que comentó con su padre, Ashea tenía la sensación de que la vigilaban por miedo a que robara algo o cosas por el estilo. La respuesta de su padre fue una sonora carcajada “Estás creciendo” fue lo único que pudo escucharle.

Aquella noche se miró detenidamente en el espejo tras darse el baño. Por primera vez reparó en cada detalle. No estaba como se recordaba, nunca se había fijado en sus ojos menos grandes pero más definidos y alargados, tenían una chispa especial que la hicieron reír a ella misma. El cuerpo era más ondulado, tenía más marcada la cintura así como la cadera y el pecho ya tenía una forma redondeada imposible de ocultar bajo la ropa. En ese momento fue cuando empezó a desaparecer su timidez e inocencia con los hombres, comprendiendo que en aquellos momentos de miradas furtivas era ella quien tenía el control. Cosa que puedo comprobar al día siguiente por la mañana cuando salió a pasear con Misha, un cachorro de pantera negra que la había regalado su padre (tras descubrirla vagabundeando por la calle en uno de sus viajes) para que no estuviera sola en ningún momento.

Sabía que aquel día volvería el hijo del gobernador y había salido antes a dar el paseo con el cachorro de pantera para poder verle. Lo que no esperaba era cruzarse de pleno en el camino de Ciro hacia el palacio. Su montura la asustó en un principio, pero al ver al hombre bajar del caballo y notar en él la misma mirada que en el resto de los hombres de aquel lugar, recordó lo que pasaba y sonrió sin apartar la vista de él. Ciro Orestes… repitió en su mente antes de hacer una pequeña inclinación de cabeza en signo de respeto – Ashea Danaras – se presentó antes de que él siguiera su camino de vuelta a casa.

Desde la presentación oficial aquella noche a la hora de la cena, la relación con Ciro continuó de una forma un tanto peculiar. La atracción por él era impresionante, era como un imán al que se resistía tanto como podía. El gesto desafiante de él era a partes iguales lo que la gustaba y la desesperaba. No pensaba ser una idiota en su lista de conquistas pero verle cada día por su alrededor no se lo ponía fácil. Era consciente de que Ciro hacía grandes esfuerzos para alejar de Ashea a posibles pretendientes, a hombres que a ella la pudieran agradar o conseguir lo que él quería. Al final lo que tenía que ser fue, y el primer encuentro para ella hablando de sexo tuvo lugar con Ciro, consiguiendo rebajar en cierto grado el “odio” que sentía por él, aunque durante una buena temporada no tuvieron más relación que la cordial cuando había más gente delante y los encuentros furtivos en los que ambos se desahogaban en privado.

El día de la muerte del gobernante, del padre de Ciro estuvo a cada momento presente junto a él pero dejándole el espacio que necesitaba. El dolor de Ciro y su pena se mezclaban de forma tan intensa que no pudo sino ayudarle y estar a su lado. A partir de ese momento la relación de ambos cambió de rumbo, abriéndose de forma natural y confiando en el otro a ciegas. Conoció así a un hombre que nunca se hubiera imaginado. Como ella, no perdonaba la traición. Poco a poco fueron formando una pareja estable que se consolidó el día de su boda empezando asi una nueva etapa en aquel lugar como gobernantes. Mientras Ciro se ocupaba de la política ella seguía los pasos de su padre en la empresa textil que tan bien conocía.

• Siente debilidad por la lucha con dagas, tridentes y similares.
• Tiene como mascota una pantera negra, desde que era cachorro, llamada Misha, que tan solo la obedece a ella.
• La gusta decorar su cuerpo con brazaletes, pulseras, anillos.
• Siempre huele de forma envolvente debido a los aceites y ungüentos con los que mantiene su piel perfecta.